Proyecto: Cuento de navidad :)
Callejas Charles Valentina 4060A
Timothy,
tan emocionado como todos los años, preparaba su carta a Santa. Había estado
pensando desde hace semanas sobre lo que pediría.
Su
madre le había aconsejado que lo pensara bien, que no sólo pensara en juguetes
o cosas materiales sin un verdadero valor “sentimental”, por así decirlo.
Él
mordía su lápiz, mientras pensaba cómo redactar lo que quería. Su amigo, Greg,
estaba también escribiendo la suya a su lado.
-¿Qué
pedirás?- Le preguntó Greg a Timothy, mientras comenzaba las primeras líneas de
su carta.
-Tengo
una idea- dijo él, volteando a ver a su amigo -pero no estoy seguro de cómo
escribirlo. Además, ¿no se supone que no debes de decir lo que pedirás?
Greg
mordió ligeramente su labio inferior, ocultando con el dorso de su brazo lo que
había escrito en su carta.
Timothy
dibujó una tierna sonrisa en su rostro, dejando ver un par de hoyuelos que
remarcaban su expresión.
“Querido
Santa: Esta navidad, lo único que quiero que me regales… Es un novio. Un novio
que me quiera tanto como mi papá quiere a mi mamá, alguien que me quiera a
pesar de todo, alguien a quien no le importen mis defectos.”
Dobló
la hoja de papel y la metió en un sobre. Greg hizo lo mismo y colocó su mano
sobre el cabello de su amigo, revolviéndolo un poco y provocando que riera.
Ya
se había convertido en una tradición para ellos ir juntos a dejar la carta al
buzón de su barrio. Timothy estaba comenzando a dudar, ¿qué pasaría si Santa no
le podía traer su regalo? Habría perdido la oportunidad de pedir alguna otra
cosa, algo más importante. En cambio, Greg se mantenía positivo, esperaba de
todo corazón de que su regalo, que era más bien un deseo, se volviera realidad.
Allá
en el polo norte, Santa Claus comenzaba a recibir y leer todas las cartas que
empezaban a llegar. Reía con las ocurrencias de algunas y se conmovía con los
comentarios de otras, hasta que se topó con aquella peculiar carta.
-¿Un
novio?- Se dijo a sí mismo, sin poder evitar poner expresión de sorpresa.
¿Cómo
le podría regalar un novio a Timothy? Era físicamente imposible. Suspiró y
apartó la carta para poder pensar con más detenimiento lo que haría. Rascó su
gran barba blanca y tomó otra carta al azar, encontrándose con una que era
también un tanto diferente a las demás.
“Querido
Santa” dictaba como todas las demás. “Este año no necesito juguetes ni nada por
el estilo… sino que te pediré un deseo, espero que lo puedas cumplir. Navidad
es la época favorita de mi amigo Timothy, y de verdad que me hace feliz verlo
tan emocionado. Me he percatado de que él es más que un amigo para mí. Mi
corazón se vuelve loco y muero por dentro de la pena cada vez que estoy con él.
Me da miedo decirle todo lo que me hace sentir y tal vez no estoy listo. Así
que, si no es mucha molestia… me gustaría que le regales felicidad, toda la que
puedas darle. Ese es mi deseo, espero que puedas entenderme.”
Aquel
viejito de traje rojo rió un poco y negó con la cabeza, estos niños se
complicaban demasiado. Tomó una pluma y una hoja y comenzó a escribir, tal vez,
después de todo, sí podría llevarle su regalo a Timothy.
Faltaba
un día para nochebuena, y Greg estaba sentado frente a su ventana viendo cómo
comenzaba a nevar. Tal vez saldría e iría hasta casa de su amigo para ir a
jugar en la nieve, cuando de pronto, sonó el timbre de su casa. Bajó las
escaleras, expectante, viendo como su madre se asomaba por la puerta principal.
Ella
cerró la puerta y se dio media vuelta, con tres catas en la mano.
-Al
parecer son para ti, hijo…- dijo su madre, curiosa, mientras se las entregaba.
Él
se sorprendió, le dio las gracias a su madre y volvió a su habitación. Su
nombre estaba en la parte trasera del sobre, con una letra manuscrita muy
extraña pero elegante. Abrió el sobre con sumo cuidado y sacó la carta.
“Pequeño
Greg. He recibido tu carta y vaya que me ha sorprendido. Me he tomado la
libertad de responderte, pues siento que es necesario dejar en claro que mi
opinión sobre lo que sucede con Timothy es que eres realmente gentil, y que
estoy completamente a favor de cumplir tu deseo. Pero, si te soy sincero, creo
que el que más feliz puede hacer a Timothy de entre los dos, eres tú. Si lees
la segunda carta que te he mandado, entenderás la razón.”
La
carta no tenía firma, pero Greg podía deducir de quién se trataba. Leyó la
segunda carta, que era la que había escrito Timothy, y en cuanto terminó de
leerla le dio un vuelco el corazón.
De
verdad tenía una oportunidad y eso le hacía estremecerse de felicidad.
Mientras
tanto estaba Timothy, pensativo, mientras dibujaba algunas rayitas con la punta
de los dedos en la ventana empañada de su habitación. Realmente comenzaba a
resignarse de que probablemente no llegaría su regalo.
“Es
bastante tonto” se decía, nunca había oído hablar antes de que alguien
recibiera un regalo como ese…
Pero
así pasó el día restante, había llegado el 24 de diciembre y ya era hora de la
cena. Timothy se hallaba aburrido, sentado en la mesa junto con sus demás
familiares. Parecía que fuera invisible, todos hablaban de cosas de adultos o
simplemente se enfocaban a charlar con los demás primos o tíos o la abuela. Dio
un largo suspiro y se salió del comedor sin que nadie lo notara, y se encaminó
a la sala. Admiró el árbol de navidad, tan colorido y lleno de los regalos del
intercambio que había como tradición en su familia.
Había
invitado a Greg a la cena, pero al parecer algo había ocurrido, pues no había
llegado y tampoco había llamado para cancelar la invitación. Se sentó en un
sofá y recargó su cabeza en el descansabrazos, mirando el techo.
Definitivamente aquella navidad no parecía demasiado emocionante… O eso pensó
hasta que sonó el timbre.
Se
acercó titubeante hasta la puerta y abrió. Vio ahí a Greg, con los hombros
tiritando de frío y un moño de regalo color de rojo colocado justo encima de su
cabeza.
-¿G-Greg?-
dijo Timothy tomando la mano de su amigo para hacerlo entrar en su casa, estaba
helado -¿Qué hacías allí afuera? ¡Vas a resfriarte!
-Es
que estaba reuniendo el valor para tocar el timbre…- dijo algo avergonzado,
bajando la mirada.
-¿A
qué te…?
Miró
aquel moño sobre su cabeza. ¿Qué significaba? Sintió sus mejillas arder.
-Feliz
navidad, Timothy.
Greg
le entregó la segunda y tercera carta que había recibido. Timothy tomó la
primera y se dio cuenta de que era la que había mandado por correo, y en cuanto
leyó la segunda, sus ojos se llenaron de lágrimas. Era la carta que había
escrito su amigo.
Greg
estuvo a punto de decir algo, pero se le hizo un nudo en la garganta cuando su
amigo lo abrazó por el pecho, ocultando su rostro en el hueco que hay entre su
cuello y su hombro.
-Feliz
navidad, Greg.
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